Romances en la pantalla
Ellos se conocen por red social.
Están lejos, supuestamente,
el uno del otro.
Se agradan. Pasan los días.
Se gustan.
En el transcurso de los meses,
se aman.
Prometen verse.
Hacen planes.
Sienten la emoción
de cada mensaje enviado y recibido,
de cada canción dedicada,
así como d'aquellas atrevidas fotos
en ropa interior.
Después de la miel derramada
y el exceso de promesas incumplidas,
ambos se hartan.
Rompen su lazo.
Sufren. Lloran por el romance extinto.
Se confiesan con su mayor confidente;
él con su amiga ocasional
y ella con un compañero de trabajo.
Explican los detalles:
los nombres mezclados con apellidos ficticios,
el contenido d'aquellos juramentos amorosos,
las vidas de sus respectivos amantes...
Todo encaja.
Habían estado tan cerca de sus presencias
y tan distantes de sus pasiones.
Ambos agachan la cabeza...
Él se aleja para no verla nunca.
Se dirige a la casa de su esposa,
prima a su vez de su
amor "a distancia".
Y ella busca a su novio.
Avergonzados por ser hipócritas;
inventando una personalidad impropia;
mostrando fotografías falsas;
deseando ser alguien más,
para encontrar una salida a sus vidas atascadas.
Hacen el amor esa noche,
imaginando que los jadeos
de sus respectivas parejas,
son los d'ese amor
que iluminaba su pantalla,
en esas madrugadas solitarias.
Una lágrima y luego un suspiro.
Todo había concluido.
Jonathan Haller