Tengo 49 años y si tuviera que dividir mi vida en capítulos, serían cuatro fases distintas.
De 0 a 12 años: Mi infancia fue un aprendizaje constante, viajando con mis padres. Tuve la suerte de vivir en tres lugares fascinantes: Colombia, la tierra de mi madre, Inglaterra, la de mi padre, y Australia. Cada lugar dejó una huella que me ayudó a comprender mejor el mundo.
De 13 a 24 años: Esta etapa estuvo marcada por la naturaleza, la diversión y, por supuesto, las locuras propias de la juventud. A medida que maduraba, me sumergí en mis estudios y encontré mi primer trabajo. También viví el primer
amor y, como no podía ser de otra manera, también el primer desamor.
De 24 a 36 años: El trabajo y las relaciones empezaron a ocupar un lugar central. Mientras intentaba construir una familia, descubrí que la vida no siempre sigue el guion esperado.
Mi pareja y yo, en lugar de tener hijos, criamos mascotas, pero con el tiempo nos distanciamos. Aprendí que no todo dura para siempre, pero cada experiencia deja lecciones.
De 36 a 48 años: Esta fase fue de crecimiento. El trabajo, los viajes y el aprendizaje de nuevas culturas me enriquecieron profundamente. Aprendí a apreciar a la humanidad sin importar la edad, la riqueza o la etnia. Descubrí que lo más valioso en la vida es la conexión entre las personas.
A partir de los 49 años: Ahora, al comenzar una nueva etapa, me llena de curiosidad y emoción lo que vendrá. Estoy abierto a lo que la vida me depare. ¿Serás parte de ello? Solo e